Llevaba mucho tiempo queriendo leer esta novela. Por lo que había leído de ella por Internet, estaba muy segura de que me iba a gustar. Tan segura estaba que me compré de oferta la segunda y la tercera parte de la trilogía antes de leer la primera. Antes de TENER siquiera la primera parte.
Ahora que me he leído el libro, ya lo puedo decir: he acertado. Estamos ante un libro muy original, tanto por sus ideas como por su estructura. Vayamos por partes.
En la tierra de la Quietud, las catástrofes naturales se suceden periódicamente. La población vive en un estado permanente de prealerta, preparados para una quinta estación en la que reinen el caos, el hambre y la destrucción. Ciertas personas, los orógenes, poseen unas habilidades especiales que les permiten interactuar geológicamente con el planeta. Como en toda novela fantástica o de ciencia-ficción, hay que atreverse a dar el salto que nos propone el autor; esto es, asumir unas premisas alejadas de la lógica natural. En este caso, tenemos que aceptar que ciertas personas puedan manejar las fuerzas geológicas a su antojo. SPOILER: hay varias razas más, pero centrémonos en los orógenes.
Los orógenes han sido esclavizados por la civilización dominante, que los ha convertido en una herramienta clave para lograr la estabilidad sísmica. El pueblo llano los teme y hay una institución, el Fulcrum, que se encarga de adiestrar a los orógenes y «salvarlos» del racismo de los ciudadanos «normales». El resultado de esta situación de partida mezcla múltiples influencias. En los primeros capítulos pensé en X-Men, El cuento de la criada, La carretera de Cormac McCarthy e incluso en Juego de Tronos. Todo junto. Sé que suena alucinante y LO ES.
Otro aspecto llamativo de la novela es que se aleja de los personajes prototípicos (blancos, hombres, heterosexuales). Hay diversidad de razas, diversidad de géneros y diversidad sexual. Puede que los más puristas se echen las manos a la cabeza leyendo alguna que otra escena sexual entre hombres, pero, en mi humilde opinión, resulta refrescante y realista. Y, desde luego, estoy muy a favor de que la/s protagonista/s absoluta/s sean mujer/es. Y eso me lleva a lo realmente MAGISTRAL de la novela: su estructura (ojito: SPOILER).
Esta novela, para mí, no pasará a la historia por sus personajes (que son complejos y diversos), ni por su argumento (que es prometedor y original), sino por su estructura interna. La autora, en un alarde de genio, nos presenta la historia de tres personajes femeninos (Essun, Damaya y Syenite) que parecen vivir al mismo tiempo. Conforme va avanzando la lectura, descubres que NO son tres personajes femeninos, sino uno solo y que no viven simultáneamente, sino en tres momentos clave de la historia. El momento en el que el lector descubre que Damaya es Syenite y Syenite es Essun es impagable. El momento en el que el lector ORDENA los hechos es sublime. Incluso aunque el principio del fin del mundo sea previsible desde que Alabaster aparece en escena, simplemente el desarrollo de la psicología de la protagonista, la evolución desde la indefensión hasta la venganza, desde la falta de control hasta el dominio de sus habilidades sería suficiente para mantener enganchado a cualquier lector. Sin olvidar que estamos ante el fin de la civilización humana, por supuesto. Pocos comienzos he visto yo más originales que condenar a la raza humana en los dos o tres primeros párrafos de la novela. «A la humanidad le quedan unos pocos años de vida, pero aún no lo sabe. Veamos qué ha pasado». Por dios, NECESITAMOS versión cinematográfica de esto YA.
¿Algún punto negativo de la novela? Pues, la verdad, pocos hay. Quizás, para mi gusto, la creación de los «stone-eaters» sea «un poco demasiado» y hubiera preferido un recurso menos «deus ex machina» para solucionar ciertas situaciones de la trama. Pienso que el argumento podría haberse resuelto perfectamente bien sin tener que recurrir a una raza ¿alienígena? para acelerar o solventar giros argumentales. Pero vaya, es una decisión personal. También podría debatir un poco sobre la psicología de los «guardianes». Aunque queda todo bastante bien explicado con la operación que les convierte en lo que son, la raza entera es una raza malvada «demasiado» de libro. Quizás un guardián con claroscuros resultara más interesante.
En definitiva, una lectura muy recomendable y el principio de una trilogía (¡yuju! Me quedan otros dos libros para disfrutar) que más vale no perder de vista.
Si te ha gustado esta novela:
Podría recomendar tantas cosas… Pero me quedo con la versión cinematográfica de La carretera de Cormac McCarthy.