Algún día me tenía que pasar. Si yo ya lo veía venir. Ya es que no era ni natural. He aquí el primer libro de Libros del Asteroide que no me leo en (más o menos) diez minutos. Me ha costado bastante interesarme mínimamente por la historia de la familia Simcox. El libro tiene su buena dosis de secretos, revelaciones de última hora y algún que otro giro inesperado; sí. Pero a mí no me ha atrapado, la verdad.
Esta novela parte de un supuesto muy atrayente. El reverendo liberal Simeon Simcox muere y lega todos sus bienes a un ministro conservador. Los hijos de Simeon, el arrogante (aunque a veces haga de «niño perdido») Henry y el paciente (y a veces inane) Fred intentarán, cada uno a su manera, encontrar respuestas para este comportamiento. El lector tiene ocasión de ir conociendo poco a poco a los personajes y cómo la historia de Inglaterra ha pasado por sus vidas. Buen planteamiento, ¿verdad? Pues aún así no me ha enganchado.
Quizás no lo haya hecho por una de sus mejores características. El autor ha sabido reflejar muy bien la melancolía y el desengaño del siglo pasado. Prácticamente la historia recorre todo el siglo XX, desde las guerras mundiales hasta los años 80 y las protestas anti-nucleares. Los personajes son, por lo general, tristes, enfrentados a destinos que no pueden cambiar o que sólo consiguen empeorar. No hay triunfadores.
Los personajes masculinos me han parecido bastante más atractivos e interesantes que los femeninos. El irónico y descreído doctor Salter es impagable, quizás el mejor hallazgo del libro. También el furtivo Tom Nowt, el ambicioso Leslie Titmuss y por supuesto, los hermanos Simcox y su relación pueden considerarse, en mi opinión lo mejor de la novela. Frente a estos poderosos personajes masculinos, los femeninos aparecen desdibujados o incomprensibles. Agnes quiere ser misteriosa pero termina siendo ilógica y poco creíble; Grace roza el ridículo continuamente, Charlie es más débil e inestable de lo razonable; la señora Wickstead es una caricatura. Dorothy, la viuda de Simeon, que potencialmente tendría tanto que aportar, se pasea por el libro como una sombra, cuidando flores.
No es que yo quiera personajes femeninos intensos en todas las novelas que leo. Por supuesto que no. Cada novela necesita unas determinadas características y personajes para desarrollarse como debe. Pero no puedo evitar pensar que un poco más de equilibrio habría ayudado a hacer de esta lectura una obra más redonda. Cada acción de los personajes femeninos (y, quien haya leído la obra, se habrá dado cuenta de que las acciones de estos personajes son las que realmente «mueven» la trama) es absolutamente incomprensible. Todas están anegadas de una mitológica tendencia femenina al secretismo y la actuación por impulso que no sé muy bien de dónde ha salido.
En fin, en resumen, una buena idea que podría haber dado mucho más de sí con un desarrollo diferente. Le doy un justito 3/5.
Para acompañar esta lectura:
Pues no sé muy bien qué recomendar aquí. Supongo que un libro de historia de Inglaterra en el siglo XX iría bien. Pero, siendo sincera, lo que más me ha animado a seguir leyendo es usar un marcapáginas muy chulo que me compré hace un par de semanas.